Ayer mi pareja y yo fuimos a correr a última hora y al volver a casa no podíamos abrir la puerta de casa…, llegábamos sudados, solo llevábamos encima las llaves y un móvil. Llamamos a la compañía de seguros del piso y al cabo de un hora y media más o menos llegó un cerrajero, tiene que romper la cerradura pues la llave esta echada, y la máquina de taladrar se le queda casi sin batería, necesitamos corriente eléctrica, es agosto en nuestro rellano no hay nadie, están de vacaciones, nos presta corriente y alargo un vecino de dos pisos más arriba, pero al cabo de nada empieza a oler a quemado y la broca se estropea y deja de cortar… el cerrajero llama a un compañero y la única solución parece ser ir a buscar la pieza de repuesto a una media hora de camino, decidimos que se vaya y vuelva mañana, pues es casi la una y no nos parece bien tener a los vecinos que nos están prestando la electricidad despiertos hasta tan tarde. Nos dirigimos a casa de mi hermana, y suerte la nuestra que en ese momento llega mi sobrina y no tenemos que despertar a nadie, aunque se despiertan y nos acogen, nos duchamos, y podemos dormir allí. Me viene la regla, menos mal que mi sobrina tiene compresas y tampax para darme. Al día siguiente yo voy a trabajar entre mi hermana y mi sobrina me proveen de ropa, mi cuñado me invita a desayunar en el trabajo, (trabajamos en la misma empresa). Mi pareja se queda allí (en nuestra casa de acogida) hasta la hora en que viene el cerrajero, quien ya con las herramientas en buenas condiciones hace el cambio de cerradura sin más problemas.
Nos creemos fuertes e independientes y nos quitan nuestras posesiones y dependemos totalmente de que alguien nos eche una mano, no puedo dejar de pensar como nos cambia la vida sin tener nuestras cosas, sin un sitio para dormir, sin ropa para vestirte, sin una ducha, sin comida, ni dinero.
No puedo dejar de pensar como se deben de sentir los que están así, no esperando al cerrajero, los que viven sin nada, dependiendo de la ayuda de los demás.
No puedo ni imaginar como tiene que estar una persona para arriesgar su vida y sus posesiones y embarcarse hacia un país extranjero, sin nada más que lo puesto.
Que afortunados que somos… de tener casa, de tantas cosas, sobre todo de que haya quien nos acoja.