Un día yo fui aire, invisible, tranquila, agitada, habitaba en un cielo sin límites, en donde podía permanecer quieta, dormida, nerviosa, rápida. Podía ver las montañas, el mar, las ciudades y sus gentes y refrescarlas con mi brisa, jugar a llevarme sus cosas e incluso causar estragos en un enfado. Y me enamoré del agua, de la tierra y del fuego, pero sobre todo del agua.
En verano todos me querían, en invierno casi nadie lo hacía solo algunos que necesitan ese soplo, sentir energía en sus rostros. En primavera y en otoño, todo era más tranquilo y fácil.
A lo mejor sigo siendo aire y solo sueño que soy humana.
A ratos también fui agua, agua fría y dulce que bajaba de la montaña y me paseaba hasta llegar al mar, allí me volvía mas cálida y salada, me mecía tranquila hasta que de tanto ver el cielo subí a verlo porque me enamoré del aire. jugábamos juntos, pero me enamoré de la tierra y bajé hasta ella en forma de lluvia, y la refresque y me absorbió hasta que casi no sabía quien era, me faltaba espacio rodeada de tanta solidez, enfadada y reseca saltaron chispas y ví el fuego y me quedé embelesada mirando su baile hipnótico y me acerqué pero nuestro amor era imposible y volví soñando a ser aire, como aire tampoco podíamos ser muy amigos.
Ahora no se si soy aire o sueño.
Iré volando como aire hasta donde estés y te acariciaré fresca o cálidamente.
Iré de cualquier manera como sueño a verte.
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